Movimiento Slow y Slow Food
¿Te subes al carro?

Los años 80 y 90 se caracterizan por la aparición de movimientos sociales y corrientes de opinión críticas con el modelo de crecimiento. El informe que el equipo de Meadows realizó para el Club de Roma, Los límites del crecimiento, y los temas tratados en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río en 1992, son representativas sobre la extensión de una conciencia generalizada sobre las limitaciones y consecuencias irreversibles del modelo de desarrollo.

En este contexto, el movimiento lento (slow movement) surge en 1986 como reacción a un hecho aislado, la instalación en la plaza de España de Roma de un local de McDonald’s, como símbolo la fast food, de la globalización homogeneizadora en los hábitos alimentarios y de la ocupación de las grandes empresas de los lugares emblemáticos de las ciudades. Contra ello, el movimiento defiende la slow food y los hábitos tradicionales de alimentación y socialización, bajo el lema de “bueno, limpio y justo”.

logo slow food

El objetivo del movimiento es que las personas tomen control de su tiempo, contra el tsunami actual que nos arrastra a un comportamiento social acelerado y global en una sociedad capitalista y consumista, en donde prima la velocidad y la inmediatez. Su símbolo es el caracol. Supone un cambio de la filosofía de vida, que supone ir más despacio en nuestra existencia, para disfrutar más de nuestra vida, primando la calidad a la cantidad.

Posteriormente, el movimiento se extiende a otros ámbitos. Veamos algunos de ellos:

Slow food. Como se ha indicado anteriormente, defiende los valores tradicionales de una alimentación basada en productos naturales, frescos, de temporada, ecológicos y consumidos disfrutando del tiempo y la compañía adecuados, sin prisa. 

Bajo el lema de que un alimento debe ser “bueno, limpio y justo”, defiende la biodiversidad y una agricultura justa y sostenible, en base a unas prácticas respetuosas con el medio ambiente y el bienestar animal, y en la que los productores reciban una remuneración justa por su trabajo.

Es muy interesante en este ámbito la iniciativa Slow Food Madrid, http://www.slowfoodmadrid.es/ completamente alineado con los objetivos de SuperCoop.

Slow education. Su objetivo es desarrollar un tipo de pedagogía alternativa que busque una enseñanza integral, mediante el cambio de ritmo y de la forma de educar, tratando de buscar una mejora en la calidad del aprendizaje.

La educación lenta tiene sus antecedentes en la pedagogía Waldorf creada por Steiner, que propone una visión holística e integral de la educación del niño, respetando sus ritmos de aprendizaje, primando lo cualitativo sobre lo cuantitativo, centrándose en lo intelectual y en la educación de cualidades humanas.

La educación lenta critica el exceso de programación y sobrecarga de estimulación que sufren los niños, y que son perjudiciales para su educación. Defiende el respeto a los tiempos de aprendizaje contra la cultura del “todo y ahora” en nuestra sociedad.

Slow cities. El movimiento CittàSlow nació en Orvieto (Italia) en 1999, y constituye actualmente una red internacional de ciudades de menos de 50.000 habitantes, que cooperan con un objetivo común: mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos a partir de propuestas vinculadas con el territorio, el medio ambiente o las nuevas tecnologías.

Las slow cities defienden un ritmo de vida más pausado, manteniendo las tradiciones y el patrimonio natural y cultural, pero sin renunciar a los avances tecnológicos para el bienestar colectivo, fomentando la convivencia y la participación de sus ciudadanos.


logo slow food

Slow tourism. Promueve un turismo sostenible y responsable, con actividades turísticas respetuosas con el medio natural, cultural y social.

En una sociedad en la que domina la cultura de la velocidad, la competitividad y el consumismo, el turismo slow es una forma de considerar tanto el viaje turístico como el tiempo vacacional como partes integradas de la experiencia vacacional, implicando un consumo responsable, la percepción del ocio y el turismo como satisfacción y recuperación tanto física como psíquica, cultural y social y la convicción de que la calidad debe primar sobre la cantidad.








Supercolaborador Antonio López-Fuensalida

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